Uno de los errores que se comete cuando se trata el ciclocross
o ciclocrós es el de asemejarlo con el bicicross (o bicicrós), una disciplina
completamente independiente a esta, aunque terminológicamente puedan confundirse. Tal y
como se explica en «Qué es el
ciclocross», el ciclocross o CX (también documentado como cyclo-cross o
ciclocrós (aunque luego se señalará cuál es el uso que se prefiere) es aquella
disciplina ciclista en la que un número de corredores tiene como objetivo completar una
serie de vueltas a un circuito cerrado que se suele ubicar en campos y prados.
Por su parte, el término de bicicross o BMX (Bike Moto Cross)
normalmente se usa para hacer referencia a aquella disciplina ciclista que se suele
desarrollar en una pista de tierra cerrada de entre 300 y 500 metros lleno de rampas y
saltos, en donde los ciclistas ponen a prueba sus dotes acrobáticas sobre la bicicleta y
su velocidad para completar dicho circuito. Se diferencian dos tipos de modalidades dentro
del bicicross: la carrera y el estilo libre.
A diferencia del ciclocross, las bicicletas empleadas en esta disciplina son mucho más
pequeñas, lo que les permite a los ciclistas una mayor aceleración, así como una mejor
precisión en el salto y en las acrobacias que realicen. Asimismo, el atuendo que los
participantes suelen llevar es diferente al que se usa en ciclocross y muy parecido al
utilizado en competiciones de motocross: casco similar al de una moto, guantes, coderas,
camiseta de manga larga, pantalón largo y zapatillas de ciclismo.
El origen de esta disciplina también es diferente a la de otras modalidades, aunque
diversas fuentes remontan el nacimiento del bicicross a otras pruebas similares como el
ciclocross (e incluso el mountain-bike).
Sin embargo, la primera manifestación se dio en California en 1969, cuando Scott
Breithaupt utilizo una bicicleta en un circuito de motocrós. Por su parte, el germen del
ciclocross se sitúa en la Europa decimonónica o de principios del XX (tal y como se ha
señalado en la historia del
ciclocross, por lo que la coincidencia temporal, espacial y causal que permita
considerar que las dos disciplinas tienen un mismo origen es prácticamente nula.
A pesar de todas estas diferencias, la máxima autoridad deportiva que regla en la
actualidad ambas modalidades es la Unión Ciclista Internacional (UCI), el mismo organismo
que se ocupa también de las disciplinas ciclistas más conocidas, como el ciclismo de
ruta.
Otro de los problemas lo plantea la propia terminología de la disciplina del ciclocross,
ciclocrós o cyclo-cross. En principio, se debería tomar como punto de
partida la palabra de la Real Academia Española (RAE), en este momento la institución de
mayor prestigio de regularización lingüística. Así, la RAE prefiere el uso de la voz
inglesa cyclo-cross, tal y como lo indica en la vigésimo segunda edición de su
diccionario.
A pesar de ello, la lengua está en constante cambio y progreso, y existen muchas ramas
que tienen y desarrollan sus propios términos (como es el caso del ciclismo), algo que a
veces la Academia no puede abarcar por completo. Un ejemplo de esto es cyclo-cross,
vocablo inglés que se documenta ya en 1936 en el número 15.573 del Heraldo de Madrid
como ciclocross, y que en la actualidad se ha generalizado más allá del mundo
ciclista incorporándose al imaginario social, aunque la RAE no lo reconozca y solo recoja
cyclo-cross en su diccionario.
Precisamente, una encuesta no directa realizada para este estudio entre los días 27 de
septiembre y 1 de octubre que toma una muestra de 521 personas totalmente heterogéneas
refleja esa realidad lingüística. El 86 % de los encuestados considera que cyclo-cross
es una palabra extranjera, mientras que un 7 % la considera palabra del español pero con
error ortográfico y otro 7 % palabra del español. Por su parte, el 41 % de los
encuestados considera que la variante ciclocross es española, un 23% que contiene un
error ortográfico y un 36% que es una palabra extranjera. En lo que respecta a
ciclocrós, un 50 % la considera ya palabra del español, frente a un 31% que la toma como
extranjera y un 19% que cree que es una palabra del español pero con error ortográfico.
Es decir, existe una mayoría considerable de hablantes de español que ya toma la
variante ciclocrós como válida, mientras que no se sienten identificados con la forma
inglesa. Unos datos que reflejan que el término de cyclo-cross está sufriendo
en este momento un proceso de castellanización con dos resultados posibles: ciclocross
(una especie de híbrido fruto de la transición lingüística que está sufriendo la
palabra) y ciclocrós (presumiblemente la palabra que será el producto final de este
proceso lingüístico).
Evidentemente, es un debate lingüístico aún abierto. A pesar de ello y teniendo en
cuenta el sistema normativo del español actual y la conciencia lingüística de los
hablantes del español que ha quedado reflejada en este estudio, seguramente será
ciclocrós la que termine imponiéndose a su pareja híbrida; y es precisamente esta
variante la que hemos escogido para el desarrollo de este artículo.
De hecho, la Academia de la Lengua, aunque tanto ciclocross como ciclocrós son dos
términos que aún no aparecen en su diccionario, ya ha introducido el debate al recoger
por primera vez ciclocrós en su Diccionario Panhispánico de dudas, aunque solo la
considera una propuesta a la voz inglesa. |